Saquen sus propias conclusiones.
Enlace: Capítulo I
Enlace: Capítulo II
Enlace: Capítulo III
Enlace: Capítulo IV
Enlace: Capítulo V
López Viejo ponía las sillas. Pero no era barato
El ser humano es
olvidadizo. Y Esperanza Aguirre, más. "López Viejo no era en
absoluto de mi total confianza", declaró -por escrito- la expresidenta de
la Comunidad de Madrid al juez Pablo Ruz el 17 de diciembre pasado. ¡Pobre
Alberto López Viejo, con lo que él había sido para la lideresa! Tanto como para
que Esperanza le citara en un mitin de fin de campaña como una de las dos
personas a las que había que agradecer su labor. Y no es de extrañar, porque
López Viejo, desde una cómoda Consejería de Deportes, era el encargado por
Esperanza Aguirre -¿quién si no iba a darle tal poder?- de organizar todos y
cada uno de los actos de la presidenta, grande o pequeño, fácil o difícil.
Hasta controlaba el color de la ropa de su jefa para que los chicos de Correa
adaptaran convenientemente los decorados. Alguna vez hasta cuidó de que se
retocaran las fotos de su presidenta, con la consiguiente facturación añadida,
para "suavizar arrugas" o "retocar el pelo". Tenía mano de
hierro: sentaba y levantaba de las primeras filas a quien creía oportuno,
tuviera el rango que tuviera. Porque mandaba -era la mano ejecutora de
Esperanza- un montón.
Y es que la memoria de
Aguirre es muy, muy débil, porque tampoco es consciente de que el mayor nido de
corrupción destapado en el caso Gürtel está incrustado en lo más
profundo del Partido Popular de Madrid, del que ella es presidenta, con 20
imputados. Mucho ha presumido de haberlos echado, pero si al final tuvo
que hacerlo es porque estuvieron dentro durante años. Aguirre o no se enteraba
de tanta putrefacción o dejaba hacer. Poca virtud hay en ninguna de las dos
opciones. Alcaldes, diputados, consejerías… todo estaba tocado por la red. Y en
primer lugar, Alberto López Viejo, un personaje de fama mediana dentro del PP
que ella misma se encargó de rescatar tras algunos incidentes no menores, y
situarle, primero de número seis en su lista de 2003, para después nombrarle
consejero.
López Viejo proviene
de donde ya sabemos que estaba el granero de Correa: los jóvenes leones del PP,
aquel famoso clan de Becerril donde se alimentaron, también, el yernísimo
Alejandro Agag, la consejera de la Comunidad de Madrid Lucía Figar, o el asesor
personal de Rajoy, Pedro Moragas. Concejal en el Ayuntamiento de Madrid, José
María Álvarez del Manzano le adjudica en 1999 la responsabilidad sobre Limpieza
Urbana y Desarrollo Medioambiental. Sigue en el cargo con Alberto
Ruiz-Gallardón. Y allí debieron empezar sus primeras proezas porque durante su
mandato la oposición, PSOE e IU, no se cansaron de denunciar y pedir
explicaciones por las ingentes cantidades de dinero -decenas y decenas de
millones de euros- que dedicaba la concejalía a las empresas concesionarias de
la recogida de basuras a las que había que sumar otros gastos desmesurados de
la propia consejería por el mismo cometido. Se suponían comisiones colosales
para quien las autorizaba. El sumario Gürtel recoge un ejemplo cristalino: la
adjudicación en 2002 para limpiar el distrito madrileño de Moratalaz supondría
unos ingresos de 48 millones de euros durante diez años para la empresa que se
quedara con el contrato. Ganó Sufi S. A., presidida entonces por Rafael
Naranjo. El 3%, dice el sumario Gürtel, fue para la trama de Correa. Alberto
López Viejo era el concejal de Limpieza. Poco después, Vallehermoso compraría
Sufi y su fama continuaría. Es la protagonista, en Toledo, del rifirrafe entre
Cospedal y Bárcenas. Hubo muchas más denuncias y el brillo del joven López
Viejo -nació en el 68- se fue oscureciendo. Hasta que Esperanza Aguirre, de
memoria tan feble, le rescató de las oscuridades en la campaña de 2003 y lo
situó a su vera.
El sistema de operar
de López Viejo en la Comunidad era muy sencillo. Prácticamente todos los actos
públicos de la Comunidad -686, con un coste de 6,48 millones de euros, según el
sumario- se le adjudicaban a las empresas de Correa por un precio acordado
entre ellos, sin más control, porque ya se encargaba él de despiezar los
contratos por debajo de los 12.000 euros para que no hubiera que hacer concurso
de ningún tipo. Y los seis que no se despiezaron, por un valor de 1,4 millones,
tuvieron que ser aprobados por el Consejo de Gobierno que presidía la mismísima
Aguirre. Tampoco se acuerda. ¡Tiene tantas cosas en la cabeza! Pero de los que
se troceaban, 680, las consejerías pagaron durante años esas facturas de las
que nada sabían, "porque llegaban del hombre de confianza de la
presidenta", según declaró alguno de los funcionarios. Las facturas,
además, presentaban unos precios totalmente abusivos: hasta un 100% o un 50% de
sobrecoste, según las estimaciones de Hacienda. Al consejero de Deportes le
correspondía, donación altruista de Correa, un 10% de cada operación. Ejemplos
de precios pagados sin rechistar a las empresas de Correa: "Tres atriles
por 45.075,91 euros". O sea, 15.000 euros por atril, y 4.500 y 1.500 para
el bolsillo de López Viejo. El Belén de 2005 costó 81.000 euros, y eso que las
figuras eran de la Asociación de Belenistas de Madrid. ¡Y el homenaje al Getafe
por subir a Primera División, 73.000 euros! Insistimos: 7.300 para el eficiente
López Viejo. Está muy claro en las grabaciones de Peñas y en los informes de la
policía y de la Agencia Tributaria.
Resumamos: Alberto
López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid, acumuló, según la Agencia
Tributaria, un patrimonio "no justificado de 5,5 millones de
euros". Esto es lo que declaraba de ingresos anuales como diputado y cargo
público: entre 61.000 y 103.000 euros, dependiendo del año. Pero para pagar su
fianza de 750.000 euros, presentó como aval un chalé que se había comprado en
Madrid, en la calle Arturo Soria, poco antes de que estallara el caso: 400
metros cuadrados, cuatro plantas con ascensor, seis habitaciones, cuatro
cuartos de baño, dos salones, patio interior, piscina y garaje para tres
coches. Una ganga que no resulta creíble: 1.200.000 euros, precio depositado
ante notario. Más otro medio millón que quedaba por ahí pendiente. Demasiado
para el sueldo. Tuvo, como los importantes, cuenta en Suiza. Él y su mujer,
Teresa Gabarra."Para huir de un acreedor", dijo ella. Se benefició de
la amnistía fiscal del Gobierno y repatrió el dinero. Un buen ciudadano.
Lástima que esté imputado por los delitos de blanqueo de capitales, cohecho, prevaricación,
tráfico de influencias y asociación ilícita.
Conste que López Viejo
no es el único implicado de la Comunidad de Madrid. Tenemos, por ejemplo, a
Carlos Clemente, exviceconsejero de Inmigración, hoy por Colombia, buen amigo
del exministro Michavila, al que el propio Correa, en charla telefónica interceptada
por la policía, le recomendaba “opacidad fiscal”. O, también, al funcionario de
la Consejería de Sanidad Germán Rasilla, que viajó gratis de luna de miel a
Kenia -con safari- y a Isla Mauricio. Eso, al menos, dice la UDEF.
©José María Izquierdo, para El País
Anexo al Capítulo VI
Tito Pajares, uno de los nuestros
Tanto va el cántaro,
que a veces se rompe. Llegó un momento en el que las consejerías de la
Comunidad de Madrid se rebelaron, y algunos funcionarios pusieron los pies en
pared antes tanto desmán y tanta factura de López Viejo. Los pagos se
retrasaban y Correa se ponía nervioso. Hubo alguna bronca. Quizá por ello, o
porque López Viejo quiere volar solo, en 2006 aparece la empresa Ilusiona como
rival de Correa. Felisa Jordán avisa al jefe de los retrasos y de Ilusiona.
Resulta que esta nueva estrella -y otras que pronto aparecerían- tiene como
administrador a un señor que se llama Javier Fernández Verea. Rascando, resulta
que es el administrador habitual de otras empresas de José Tito Pajares San
Román, sobrino de Fidel San Román, un imputado en el caso Malaya y
relacionado con el tamayazo.
Tito Pajares tiene sus
propios méritos. Amigo fiel de todo el clan de Becerril, es dueño, entre otros
negocios que no vienen al caso, de la discoteca Gabana 1800, en la madrileña y
lujosa calle Velázquez. Allí, en la noche del 3 de septiembre de 2002, Ana
Aznar y Alejandro Agag celebraron su despedida de solteros. Fiesta guay. El
concejal de Limpieza del Ayuntamiento de Madrid era Alberto López Viejo,
habitual del local, como Agag y sus amigos. Se ocupó hasta el límite: las brigadas
municipales limpiaron a fondo la zona. Tan a fondo que algunos operarios
tuvieron que fregar, rodilla en tierra, aquellas aceras con roña incrustada
desde muchos años atrás.
De Génova a la Puerta del Sol
Francisco Correa se
aleja de Génova al tiempo que se aleja el aznarismo de La Moncloa. Pero las
amistades continúan y la trama solo hace que desplazarse hasta nuevos destinos
en busca de jugosas oportunidades. Es una lástima, claro, porque en Génova
dejaban amigos. Y negocios. Sobre todo, negocios, que Luis Bárcenas no era
cualquier cosa como proveedor de infinitos contratos. Ni Paco Álvarez Cascos,
que cómo va nadie a suponer que pueda tratarse de ese misterioso PAC, que tan generosamente
recompensado aparece en los papeles, a raíz de unas concesiones de AENA, en la
época en la que el interesado era el ministro de Fomento. Aunque la policía,
siguiendo el viejo chiste de aquí han fumado, ha llegado a deducir que esas
siglas -PAC- corresponden, oh, milagro, a Francisco Álvarez Cascos. En Gürtel
no se desanimaron, porque las Comunidades también necesitaban financiación, y
por ahí cerca andaban esas brillantes fundaciones ultraliberales -y
ultragenerosas con el presupuesto- nacidas en el aznarismo, todas ellas
dominadas por los jóvenes leones que tan bien conocía Correa. Valen FAES o
Fundescam, que tanto monta, monta tanto. Además de los señores alcaldes, todo
prodigalidad. Así que se siguen trucando contratos y amañando concursos porque
corruptores y corrompidos lo necesitan. Socorro mutuo. Como en Valencia, tierra
de oportunidades, donde los millones de euros se multiplicaban por el milagro
de los panes y los peces. Y puestos a contemplar milagros, hasta lograron
combinar las chaquetillas de El Bigotes con el porte patricio de Benedicto XVI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar