¡Tres a la grande!
¡Paso a la chica! ¡Pares, sí! ¡Envido! ¡Juego, sí! ¡Órdago!
Estas expresiones, se pueden oír casi todas las tardes, en
las mesas de un bar ovetense, donde un grupo de amigos, de parroquianos, de
diversas edades y condición social, de diversos orígenes y nacionalidades, de
diversos credos e ideologías, se juntan sin cita previa, para dar rienda a
engaños, verdades, guiños y fanfarronadas. Se juntan para jugar al mus.
Vasos y copas con vinos, cubatas, aguas, cervezas, reposan
en taburetes usados como mesas auxiliares, no vayan a derramarse –los preciados
líquidos- encima del verde tapete, con sus piedras de cuentas campando
libremente en la superficie del manto de fieltro.
Una niña corre, juega, hace que limpia los cristales, sirve
mesas, ante la atenta mirada de su longuilínea madre. Alguna mirada indiscreta
y huidiza, recorre su anatomía. La de la madre. Los más viejos del lugar, miran
y sonríen, apoyados en sus bastones de madera, recordando tiempos mejores.
Una breve parada en el juego, hace que los adictos a la
nicotina, salgan al salón de fumadores –a la calle-, donde conversan de las
jugadas fallidas, del partido del domingo, de política de andar por casa, de
economía doméstica, de viajes posibles e imposibles, de cómo solucionar un
problema con la plancha de un restaurante asador, cuando un cliente llega a
deshora, con la peregrina idea de zamparse un chuletón a la parrilla. Al lado,
se encuentra el ciego, que con su compañera, anda cerrando el día con sus
últimos cupones, rascas y combinaciones, hechos para tener la ilusión de cada
día.
Una vez la combustión termina y el humo de pierde en las
alturas urbanas, vuelta a empezar. Pareja nueva o antigua. Nueva batalla. ¡Corrido y sin señas! –se grita- ¡A bañase a San Sebastian! –se dice- ¡No le quites ojo! ¡Ropa nueva!
El tiempo va pasando. Unos pierden y otros ganas. Los
guerreros no se rinden. Alianzas imposibles, contra expertos luchadores. No hay
tregua. Nueva salida al salón de fumadores. Algún conocido pasa por el mismo, y
se para a conversar. ¿Dónde estará
fulano? ¿Os acordáis de aquel que cuando era joven, montó una algarabía en un
chigre? Intercambio de cigarrillos. ¡Coño
que frío! Me voy adentro.
Nuevos chatos de vino, frescos gin-tonics, oscuros cubatas
con la pócima de Atlanta, dan gasolina a los vacíos depósitos humanos,
necesitados ellos de energía, para poder hacer frente a la próxima singladura.
Aparece el barman con unos trozos de chorizo y pan. Es el
pincho. Ávidas manos se lanzan hacia ellos. ¡No
puedo, estoy a dieta! ¡Es que no me entran las chaquetas!
Llega la hora de partir. Es noche cerrada. Alguno se ha ido
ya. Mañana será otro día. Otra jornada donde se harán alianzas, donde se
compartirán fortalezas, donde se sellarán estrategias, donde se jugará al mus.
Es el mus, es la vida, es un momento de ocio, de compartir
vivencias, experiencias. Es tiempo de jugar. Es tiempo de vivir.
Es el mus, es Oviedo, es España.
Me encanta!!!!!
ResponderEliminar¡Felicitaciones!
ResponderEliminarMe redobla mi interés por aprender el jueguito. ¿Entre cuánta personas se juega? ¿Cómo aprender por internet?
Cordiales saludos,
J.Bassa