Puesta al día de este artículo de hace casi un año. Del 19 de abril de 2012. Pienso que no tiene desperdicio.
Este medicamentazo, no es más que un ataque feroz al estado de bienestar que tantos años se ha tardado en conseguir y que en algo más de 100 días, ppijos como Ana Mato –esa niña mona madrileña que no sabía que su marido tenía un Jaguar en el garaje-, se han empeñado en destrozar.
En su campaña electoral, Mariano Rajoy prometió que no afectaría el poder adquisitivo de los pensionistas –primer fail, ya que se les ha subido el tramo de retención en el I.R.P.F.-, y su equipo negó una y otra vez –hace aproximadamente un mes, la vicepresidenta Soraya, declaraba que el mal llamado copago no estaba, ni estaría encima de la mesa del Consejo de Ministros- que planeara introducir pagos adicionales en la sanidad española. Sin embargo, ayer miércoles hemos desayunado con una noticia mexicana, con la noticia de que el Gobierno tiene intención de cobrar a los mayores el 10% de los medicamentos, que ahora reciben de manera gratuita, además de otras medidas que afectan al resto de los ciudadanos.
Mentiras, cintas de video, pero sexo no ¡por favor!
Hace unos días, el ministro Luis de Guindos –conocido jocosamente como Mr. Windows-, declaraba que había que empezar a pensar que ciertas rentas debían de ser castigadas con aportaciones suplementarias en sus idas a la sanidad pública. Concretamente hablaba de las rentas superiores a los 100.000 euros anuales. Sonó la alarma y Carlos Floriano –otro ppijo, pero éste extremeño-, salió a la palestra declarando que “eran reflexiones personales del ministro”. Otro fail, ya que a los pocos días, las reflexiones se convirtieron en realidad palpable.
Se habló de Central de Compras, de tarjeta única, pero nunca se mencionó al copago –mejor dicho re-pago-, como solución, aunque en el inconsciente colectivo se mascaba esta medida.
Pero que mona soy ¡por Dios! |
Todos somos conscientes de que hay que ahorrar, de que hay que hacer ajustes (véase hay otra forma de hacer las cosas) –pero no recortes y tijeretazos-, pero atacar de esta forma tan violenta a las clases pasivas de un país no es de recibo, por mucho que intenten convencernos de las bondades de la medida. Parece ser que la doctrina del FMI –la mayor esperanza de vida de los países es una lacra para la sociedad, para mí, una doctrina hitleriana digna de Mein Kampf- en cuanto a las prestaciones sociales a nuestros mayores ha calado hondo en el ejecutivo español.
Las medidas tomadas dicen que nos acercan a nuestro entorno europeo. Cierto es que en ese entorno hay pagos adicionales, pero como diría Perry Mason en sus películas, no es menos cierto que los ingresos de sus ciudadanos y la seguridad de los mismos, no tienen nada, pero nada que ver con los percibidos hoy en día en España. Véase el sueldo mínimo de Francia o de Alemania, por poner un ejemplo.
Ataque a los menos favorecidos
Uno de los índices de desarrollo de un país, es la llamada esperanza de vida. Ésta ha aumentado notablemente en las últimas décadas en España. Alguien creerá que se debe a mejorías sociales o de genética. Error. Los avances en la medicina han sido fundamentales para poder llegar a esa edad media de fallecimientos. Esos mismos avances médicos van de la mano de la investigación farmacológica, que ponen al alcance del ser humano medicamentos más eficaces en la lucha contra las enfermedades. Lógicamente, una persona cuantos más años tenga, más necesitada está de esos avances, de esos fármacos. Lamentablemente, la media de ingresos de la mal llamada tercera edad en España no es muy alta, con lo cual cobrar al enfermo más necesitado y con menos recursos por sus necesarias medicinas, a mí me parece una canallada. Y las canalladas, las cometen los canallas.
Se habla de un máximo de 8 euros al mes para cierto tipo de jubilados, y de 18 euros para las rentas pasivas más altas. Si una viuda cobra 450 euros mensuales de pensión, ¿saben las altas mentes pensantes de nuestro país lo que suponen 8 euros? Pues al precio en que se encuentra una barra de pan habitual de cuarto de kilo en Oviedo, 16 días de pan. Encaje de bolillos ha de hacer esa viuda. Ahora, además, ingeniería financiera. Cañones o mantequilla, decía el profesor Samuelson.
Lo que nos queda por sufrir
Recuerdo que, hace años, la derecha rechazaba la eutanasia y la muerte digna, en que era abrir el camino para la exterminación de los mayores, de aquellos seres humanos que no eran ya útiles –productivamente hablando- a la sociedad. Podría ser un razonamiento válido. Usando el mismo, estas medidas tomadas por la ministra Mato, pueden ser –de hecho lo serán- la antesala de repagar por ir al médico, repagar por hospitalización, repagar por la alimentación en la hospitalización, y lo más grave, privatizar al estilo neo-liberal –como Chile- la atención sanitaria. Si el ciudadano no tiene plata –tal y como dicen en mi querido país andino-, a la beneficencia de salud. Si no tiene seguro privado o fondos suficientes, la atención no se le presta, se le niega. Nos hacen volver al siglo XIX.
Leí hace unas horas un tuit en el que decía: “Lo único gratis que nos va a quedar, van a ser las misas, en las cuales se va a poder ir a comer o a cenar”, por aquello del pan y del vino. A priori, y con humor, no deja de tener razón, pero, ¿quién nos asegura que esa empresa pública (La Iglesia católica) -¿cuántos millones recibe del Estado hoy?- no empiece a hacer promociones de 3 euros por recibir la comunión?
Mientras el Gobierno español preocupado de los millones restrictivos de YPF, pero ¿saben que hace unos días un niño falleció porque no estaba abierto el quirófano en Tarragona y no aguantó en su traslado a Barcelona? No he oído a ningún miembro del ejecutivo ponerse gallo contra CiU, ni salir con cara de circustancias hablando de que iban a tomar medidas.
Para terminar, repito la coletilla final en otras entradas: Señores del Gobierno, ¡Váyanse a la mierda!
Soy pensionista de clases pasivas, y si lo que leo es cierto, con mis enfermedades crónicas solamente pagaré 18 euros máximo al mes. No me lo acabo de creer, ya que me gasto más de 60 euros mensuales en medicamentos. Con respecto a la Iglesia Católica, le pido más respeto, ya que en el año 2005 recibió del Estado unos 30 millones de euros, mientras que ésta le ahorró al mismo más de 31 mil millones de euros, ya que los trabajadores son voluntarios y no cobran; asistencia sanitaria a los colectivos marginados por el Estado; asistencia educativa gratuita, que aún en los colegios concertados el Estado paga la mitad por alumno que en uno público (yo fui profesor de instituto); Cáritas, Manos Unidas, Hermanitas de los Pobres, la Caridad, el Cotolengo, y un larguísimo etcétera de ayudas a los más necesitados y de servicios. Y no. No es una empresa, ya que su asistencia es gratuita en general, si exceptuamos la simonía (venta de Sacramentos) que algunos que otros curas ejercen (la Iglesia es prostituta y santa, al estar compuesta por seres humanos, no lo olvidemos).
ResponderEliminarUn asludo.
Antes de nada le agradezco su lectura y su comentario.
EliminarSi me permite responderé a sus cuestiones.
1.- Si usted está pagando alrededor de 60 euros al mes, los seguirá pagando, con el incremento hasta 18 euros mensuales si sus ingresos anuales de pensión superan los 18.000 euros. Si no los superan, pagará el 10% del coste de los fármacos con un máximo de 8 euros/mes. Los 60 euros, lamentablemente para usted los deberá de seguir abonando.
2.- Con respecto a lo que usted dice de la Iglesia Católica, discrepo de forma radical, ya que en ningún momento pienso que faltara al respeto a la misma. Yo soy católico, pero eso no me impide ser crítico. Si se da cuenta, en el texto puse empresa pública en letra cursiva, lo que indica ironía. Sobre las cantidades entregadas a la misma, hay datos que ofrecen más de 5.000 millones entregados por el Estado (si usted tiene a bien, en su momento se los podré detallar, muy, pero muy alejados que los 30 millones que usted dice.
3.- Por supuesto que la labor realizada por las entidades que usted comenta son de gran mérito, pero no es menos cierto que los fondos con que se nutren no son precisamente de aportaciones individuales y particulares como son en otros países. Eso sin olvidar las exenciones fiscales que disfruta, lo cual es considerado dinero público igualmente.
4.- No olvido la santidad de algunos miembros de la IC, al igual que la condición de pecadores de otros, ya que como usted dice, es humana.
Le reitero mi agradecimiento por la lectura de mis líneas, pero es mayor el que se tomara un tiempo en contestar y discrepar de mi escrito.
Atentamente,
Roberto González.