Perdón por la reiteración y gracias.
Después de lo que ha ocurrido en las esferas financieras, y esperando lo nuevo del año 2012, en cuanto a decisiones que afectarán a la gran mayoría de la ciudadanía en España, recupero un artículo que escribí allá por febrero de 2011. Espero sus comentarios al respecto. Gracias.
UNA OPORTUNIDAD PERDIDA
Hoy en día, y desde la irrupción de la tristemente famosa crisis financiera, en España, se ha dejado pasar una gran oportunidad para poder capearla de una forma menos traumática.
La tan cacareada reconversión y fusiones de las cajas de ahorro, no es más que una privatización total y encubierta de dichas entidades de crédito, lo que las convertirá en simples bancos comerciales, con mayor o menor capitalización.
Nunca en la historia económica de España, se dieron unas condiciones tan favorables, desde la desaparición de Argentaria, para poder crear una banca pública, que diera respuesta a la pequeña y mediana empresa, y al ciudadano de a pie, en sus necesidades de financiación.
La fusión fría
El sistema por el cual distintas cajas de ahorro, comparten servicios, manteniendo la marca y cierta personalidad, es lo que se llama, Sistema de Protección Institucional (SIP) o fusión fría, como el que han realizado Cajastur (Con CCM), CAM, Caja Cantabria y Caja Extremadura, creando lo que se llama Banco Base.
Estos acuerdos, permiten mantener las obras sociales y la marca comercial, creándose un banco con el núcleo del negocio, como el riesgo, el sistema de información, el capital y un mínimo de un 40% de los beneficios.
La Crisis del 92
Los Juegos Olímpicos de Barcelona, y la Exposición de Sevilla, celebrados en el año 1.992, crearon un boom inmobiliario, y un desarrollismo basado, al igual que en la última década, en el ladrillo. El grifo de los créditos a la inversión, al consumo y a la liquidez, se cerraron, y hubo un incremento importante de las tasas de interés. El gobierno de turno, se encontró con un grave problema en el aumento del paro, el cierre de empresas, las reconversiones industriales, al igual que ocurre hoy en día, pero tenía en su mano una herramienta que no existe hoy, la banca pública.
El acceso a financiación pública en esta época, no contó con las trabas que se están dando en los tiempos actuales, siendo, en su momento, el oxígeno que salvó a miles de empresas que se encontraban asfixiadas.
El Instituto de Crédito Oficial (ICO)
Según las propias fuentes del Instituto de Crédito Oficial (ICO), en el año 2.010, se concedió financiación por un total de 23.300 millones de euros. Sin embargo, los fondos destinados a la liquidez de las empresas, se conceden siguiendo los criterios de las entidades colaboradoras como intermediarias, con las garantías a determinar por éstas, y no por los criterios, supuestamente sociales del ICO.
Uno de los obstáculos más importantes, para que los fondos oficiales lleguen al consumidor final, son los ya mencionados intermediarios colaboradores, ya que el Estado debe de valerse de ellos, al no disponer de canales propios de distribución del dinero. Por ello el bloqueo y aletargamiento de estos fondos.
Un cambio de criterio
Al contrario de lo que ocurre en Chile –cien por cien neoliberal-, en España no hay banca pública. En el país andino, existe el Banco Estado, entidad dependiente del Estado, que, a diferencia de la banca comercial tradicional, pone a disposición de sus clientes –la mayoría pequeños negocios y humildes impositores-, productos financieros en unas condiciones menos leoninas que en la competencia bancaria. Esto supuso y supone, un menor estrangulamiento en el crédito –básico en el funcionamiento habitual chileno-, que ha permitido navegar en la crisis internacional, con mejores vientos que los que corren por España.
Sería conveniente que los padres de la patria, dieran una oportunidad a la ciudadanía para poder salir del agujero en el cual se encuentra inmersa.
El paso fundamental, es la creación de una banca estatal, por donde puedan fluir los fondos ICO, y donde la regulación interna sea realmente de criterio ético y social. La situación actual de las cajas de ahorro, podrían haber dado lugar a ese cambio de criterio; sin embargo, es todo lo contrario, ya que se va camino de la creación de un numeroso nuevo grupo de bancos tradicionales.
De ahí, la oportunidad perdida.
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