Las organizaciones patronales -con el Sr. Rosell a la cabeza-,
han sacado partido de la crisis aprovechando la oportunidad para recortar
derechos y aumentar beneficios.
La Reforma Laboral de la ministra Báñez -ahora en trámite de
discusión en el Tribunal Constitucional- ha conllevado principalmente dos
resultados, siendo el segundo producto del primero:
- Despido barato y casi libre
- Reducción de los salarios.
Esta precarización tanto del trabajo como del salario,
entorpecen y ralentizan el crecimiento económico del país, puesto que los
trabajadores afectados -la mayoría de la clase media y baja- y no digamos ya
los parados, no pueden ni tan siquiera plantearse compras o inversiones con
financiación a medio o largo plazo: vehículos y viviendas principalmente.
El consumo interno se ve afectado y las empresas que
sobreviven, para mantener sus beneficios se ven obligadas a despedir a buena
parte de sus trabajadores.
La presión fiscal se ceba en pequeñas empresas y autónomos,
pero al mismo tiempo podemos leer que son las grandes empresas del IBEX 35 (y
el resto) así como las grandes fortunas del país, los que más impuestos
evaden y los que porcentualmente menos tributan.
Nos han hecho creer que hay que mimar a las grandes fortunas
porque, en caso contrario, pueden marcharse, pero yo creo que si se marcharan
deberían desinvertir en España, lo que significa malvender. Es decir, sus
pérdidas serían cuantiosas y seguramente no las asumirían. No se dejen engañar. El aumento de la productividad española
no la deben asumir 100% los trabajadores.
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