Despedimos un pésimo
año económico. Excluyendo 2009 y 2012 que fueron desastrosos, en 2013 el PIB
registró una caída similar a la recesión de 1993. El supuesto gran éxito de la
política económica ha sido la reforma laboral. Pero España ha sido según Eurostat
el segundo país que más empleo ha destruido en el último año de los 28 países
que forman la Unión Europea. Más preocupante son los datos de pobreza y
desigualdad. Más de tres millones de españoles están en pobreza severa y seis
millones padecen pobreza energética.
Otro supuesto éxito de
la política económica ha sido el saneamiento bancario. Pero el último año hemos
sufrido la mayor caída de crédito nominal y en términos de PIB de la historia
de España. Y nuestras pymes y familias se financian a tipos de interés máximos
desde que comenzó la crisis y tipos reales desconocidos desde que entramos en
el Euro. Otro éxito son supuestamente las exportaciones. Pero 2013 tendrá el
segundo menor crecimiento de exportaciones desde 2009. Solo en 2012, el
crecimiento fue inferior. ¿Qué ha sucedido entonces para poner fin a la
recesión? 1) Hemos tenido un año turístico excepcional, 2) el efecto Draghi ha
rebajado la tensión financiera en toda la periferia y 3) tras dos años de
recesión, los líderes europeos han entendido que había que suavizar la senda de
ajuste fiscal.
Pero la fragmentación
financiera continúa. España tiene 30 puntos de PIB menos de deuda pública que
Italia. ¿Cómo es posible que paguemos la misma prima de riesgo? La era
Berlusconi se diluye mientras en España el Gobierno está enfangado en la
corrupción. Pero influye aún más el temor a que el saneamiento bancario en
España no haya finalizado. La morosidad no hipotecaria, más los activos
adjudicados y los créditos fallidos superan el 30%. Y el banco malo registrará
pérdidas en su primer año de vida, como era de esperar. En vez de sanear y
recapitalizar el Gobierno ha optado por avalar créditos fiscales. El resultado
será menos crédito para pymes y familias y más caro.
Empezamos el año con
expectativas de crecimiento, igual que sucedió a finales de 2009. Pero con el
doble de deuda pública y una prima de riesgo cinco veces superior. Para
conseguir estabilizar, la deuda España debería crecer a tasas próximas al 4%,
haciendo a la vez un ajuste fiscal de 40.000 millones. Además, tendríamos que
cruzar los dedos para que la prima de riesgo no vuelva a aumentar.
La construcción está
prácticamente parada, flirteamos con la deflación, tenemos la menor tasa de
inversión agregada desde los años sesenta, la población disminuye, el tipo de
cambio está sobrevalorado, el crédito es un bien escaso y muy caro, y los tipos
de interés de financiación superan la rentabilidad media para hacer negocios en
España. Si formulamos este escenario matemáticamente obtendríamos el conjunto
vacío. En economía siempre hay variables no controladas. Por lo tanto es más
correcto decir que la probabilidad de estabilizar el crecimiento exponencial de
la deuda está próxima a cero.
Necesitamos crecer
mucho más, depreciar el tipo de cambio, provocar inflación moderada, aumentar
la inversión, incrementar la recaudación fiscal y reestructurar deudas de
familias y empresas para estabilizar la restricción de crédito. A la vez habrá
que resolver la tragedia griega, portuguesa, chipriota, eslovena, irlandesa,
etcétera. Si la política económica europea no cambia radicalmente, despediremos
2014 con menos población, menos crédito, más deuda y más pobreza. Ante esta
realidad, Merkel ha conseguido posponer la unión bancaria europea a 2026 y
Rajoy, tras la Cumbre Europea, afirmó que es un avance histórico. Así están las
cosas.
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